jueves, 27 de octubre de 2011

CAMBIA EL PENSAMIENTO Y CAMBIARÁ LA ACCIÓN

Cada nuevo pensamiento hace una dos cosas: o suma o resta; o aumenta o reduce; o fortalece o debilita.

Cada frase que te dices, cada pregunta que te haces, o es fuente o es pérdida de energía.

Por eso, para lograr lo que quieres, para mejorar tu vida, para alcanzar tus metas… de la mejor manera, de la forma más fácil y fluida, necesitas:

1) Aumentar lo que te hace fuerte y te lleva hacia tu objetivo.
2) Reducir lo que te debilita y te aleja de lo que quieres conseguir.

La mayoría de la gente reconoce que pierde el rumbo de vez en cuando. Pero si atienden a las respuestas de su cuerpo , mente, corazón y espíritu, e intentan volver al camino, pueden recuperar el rumbo. La mayoría de los aviones vuela casi todo el tiempo fuera de su ruta prevista, pero los instrumentos del avión le ayudan  a volver a la ruta de nuevo.

Si una persona escucha a su conciencia, ésta le orientará perfectamente, y cuanto más le obedezca más fuerte se hará.

Entonces, el piloto es tu consciencia y tu mentalidad.

Un avión puede hacer muchas piruetas, pero simplifiquemos el asunto: en tu caso, tu avión responde dos formas posibles.

Dependiendo de lo que pienses, tu “avión” sube o baja. Asciende o desciende. Vuela por encima de las montañas… o se estrella contra ellas.

Tu misión no sólo es mantener el avión en vuelo, sino lograr que vuele lo suficientemente alto como para alcanzar en el menor tiempo posible, con la menor resistencia, y de la mejor manera, tu destino deseado.

Para eso, necesitas ser capaz de:

1) Pensar pensamientos positivos, constructivos y “elevados” de manera continua, tanto como te sea posible.

2) Desarrollar la capacidad para cambiar tus pensamientos cuando detectes que estás perdiendo altitud.

De esas dos, quizá la más importante es la segunda. En la medida en que fortaleces tu capacidad para darte cuenta y cambiar…

• lo que no te ha funcionado hasta ahora, por lo ya sabes que te funciona,
• lo que no te ha ayudado mucho, por lo que sí,
• lo que te ha frenado en varias ocasiones, por lo que te ha impulsado en otras,
• lo que te apaga algunas veces, por lo que te enciende,
• lo que hace descender tu energía, por lo que la eleva…

automáticamente fortaleces tu capacidad para estar más conectado, de manera más contínua, con los pensamientos que te potencian.

¿Cómo, entonces, detectar cuándo estás pensando algo que no te ayuda?
Sencillo: percibe si tu energía se eleva, se mantiene o desciende.

Es como si vieras el altímetro de tu avión para saber si tus pensamientos lo están llevando a un vuelo más alto o a uno más bajo.

En nuestro caso, el altímetro no es un indicador con una aguja, es emocional. Es algo que se siente.

En esencia, es esto: Lo que estás pensando, ¿se siente bien en ti? ¿o se siente mal?

Otra forma de preguntártelo: ¿está llevando tu energía hacia arriba o te la está llevando hacia abajo?

La idea es que detectes a qué tipo de “juego de pensamiento” estás jugando dado: el descendente o el ascendente.

Tienes el juego de pensamiento descendente. Este es cuando piensas de manera negativa, catastrófica, anticipándote a lo peor. Es también cuando lo que piensas es invalidador, destructivo y limitante.

O juegas al juego de pensamiento ascendente. Es cuando piensas de forma positiva, optimista, anticipándote a lo mejor. Es también cuando tu enfoque es apreciativo, constructivo, y te conecta con tus posibilidades.

Los llamo “juegos de pensamiento” para recordarte que, en esencia, eso son: un juego. Un juego que puedes cambiar, que puedes elegir jugar de manera diferente.

No porque estés pensando algo que no te hace sentir bien, tienes por qué quedarte atrapado en ese juego. Puedes salir de ahí. Puedes elegir cambiar de juego.

Recuerda esto: tú eres el pensador, no el pensamiento. Tú eres el jugador, no el juego. Puedes elegir un pensamiento y un juego diferente, si en el que te encuentras no te funciona o no te hace sentir bien.


El punto es este:

Cada pensamiento te lleva a ascender o descender en consciencia y energía.

La “altitud” en la que te encuentras determina lo que eres no sólo capaz de hacer, sino también de atraer a tu vida.

Por lo tanto, para aumentar tu capacidad de acción y atracción, estate atento: ¡reconoce cuando tu “avión” va en picado y toma el control1.

Pregúntate: ¿A qué estás jugando?
Contéstate: Estoy jugando a ... ¿subir o bajar?

Si te encuentras BAJANDO, en vez de quedarte pensando y perder tiempo autocompadeciéndote, busca intencionalmente conectarte  con lo que te haga subir nuevamente. Eso que sabes que te inyecta energía, para volver a estar arriba.


El psicólogo A. Ellis aboga por un método que consiste en discutir racionalmente los pensamientos automáticos negativos. Para este él, tales pensamientos son imposiciones o exigencias que nos planteamos a nosotros mismos y que, como su propio nombre indica, suelen ser rígidas y absolutas o, en una palabra, irracionales, entendiendo por ello el que tengan consecuencias que interfieren en nuestra supervivencia y felicidad.

Por ejemplo, si pensamos que no nos gusta volar porque nos parece una experiencia horrorosa que somos completamente incapaces de tolerar o soportar. Según Ellis, lo que habría que hacer es entablar un debate con nosotros mismos, preguntarnos el por qué de esos pensamientos y sustituirlos por otros más adaptativos.

Para Aaron T. Beck tales pensamientos son el producto de ciertas distorsiones que mantenemos a la hora de interpretar la realidad. Por ejemplo, pensar que siempre lo vamos a pasar mal cuando volemos por el hecho de que una vez nos pusimos un poco nerviosos al atravesar una zona de turbulencias. Así que, según Beck, lo que habría que hacer es ponernos en una situación en la que pudiésemos comprobar si dichos pensamientos son ciertos o no y, en este último caso, sustituirlos por otros más realistas.
Como puede verse, esto exige que nos desdoblemos en esa persona que está dispuesta a ayudarnos para, ser capaces de combatir los pensamientos automáticos negativos de la persona que tiene miedo a volar, ya sea debatiéndolos con ella o poniendo a esa persona en una situación en la que pueda comprobar empíricamente su veracidad.

Tú no eres tu último pensamiento: eres quien puede elegir el próximo.


Busca entonces cuál puede ser el siguiente pensamiento que te permita, al menos, mantenerte, no descender.

Desde ahí, podrás conectarte con aquello que te impulse a volar, siempre en ascenso.